Vera Wolkowicz: una historia escrita en plural desde la universidad pública

| 6 de noviembre de 2023

Nuestra fundadora Rossi Godoy Estévez conversó con la investigadora argentina Vera Wolkowicz luego del Congreso “Music, cultural politics, and Identities: Transatlantic Encounters between European and Latin American Music and Musicians” (25-28 de septiembre, EHESS, París) sobre su nexo con la música de Latinoamérica, sus líneas de investigación y el vínculo inquebrantable con Buenos Aires.

Gracias Vera por aceptar la entrevista, lo primero que quiero pedirte es que, por favor, nos cuentes un poco ¿quién eres?

Bueno. ¿Qué pregunta difícil? Ya empezamos mal. (risas)

¿Quién soy? Bueno, me llamo Vera Wolkowicz. Soy Argentina, no voy a decir la edad (risas). Soy musicóloga.

Cuando era chica, mi abuela tenía un piano, me vio tocar el piano y me dijo: “¿querés aprender?”. Le dije, sí. Y dijo: “bueno, si vas a aprender, te regalo un piano”. Y así fue como comenzó mi amor hacia la música. Tomé clases de piano particulares porque no fui al conservatorio.

Fui al secundario, pero siempre la música me gustó, no sabía qué quería hacer con la música; me gustaba tocar el piano, pero sabía que no era una virtuosa y entonces, al principio pensé estudiar filosofía aunque al final no lo hice.

Me anoté en la Universidad Católica que había carrera de música, pero mi experiencia personal no fue muy buena y lo dejé al poco de ingresar. Luego, empecé en una escuela de música de jazz donde era sobre todo tocar y de nuevo, sabía que no era una gran virtuosa. En ese momento, mi hermana estaba haciendo la carrera de artes en la parte de cine y teatro en la Universidad de Buenos Aires. Y ella me dijo: “hay un programa de arte también de orientación en música”.

Me puse a estudiar a los veintitrés, más o menos. En esa época -digamos- yo era grande para los que empiezan en la universidad. Hice la carrera de Artes en Orientación Música y ahí descubrí la Musicología.

Cuando terminé la carrera, hice muchos vínculos con profesores de la universidad. Melanie Plesch y Silvina Luz Mansilla me ayudaron mucho. Ellas tenían un equipo de investigación y me incorporaron.

Entonces dije: “bueno, quiero hacer una maestría, me gustaría irme afuera”.

Yo había conocido al que fue mi supervisor de tesis antes. Él estaba haciendo un trabajo sobre Rossini en Latinoamérica, había venido y como yo estaba en ese momento haciendo mi monografía de grado sobre la ópera italiana a mediados del siglo XIX en Buenos Aires; cuando estaba pensando en irme afuera, le escribí y me dijo “bueno, presentáte si te interesa” y así es como me fui a Cambridge.

Hice la maestría y cuando la estaba terminando, dije: “¿qué hago?, ¿si hago el doctorado?, ¿qué quiero hacer?”. Y bueno, apliqué al doctorado y me quedé.

Esa es la historia. Pero siempre seguí con el vínculo con la gente de Buenos Aires, trato de colaborar y de devolver todo lo que me dieron mis profesores allá. Mis profesoras -voy a decir- porque fueron mis profesoras mujeres las que realmente más me ayudaron.

En ese camino seguí, conseguí este posdoctorado y estoy contenta.

Siempre seguí con el vínculo con la gente de Buenos Aires, trato de colaborar y de devolver todo lo que me dieron mis profesores allá. Mis profesoras -voy a decir- porque fueron mis profesoras mujeres las que realmente más me ayudaron.

¿Qué vínculo tenía tu familia con la música?, ¿había una tradición musical de siempre o cómo se desarrolló el nexo?

No, ninguna. A mi familia siempre le gustaron mucho las artes. Mis abuelos coleccionaban pinturas; o sea, en realidad era más desde lo visual. Es más, yo soy la única que no sé dibujar -dibujo pésimo- mientras que mi mamá dibuja increíble y mi hermana también.

Curiosamente, soy la primera zurda de la familia -conscientemente zurda- y no sé si tendrá que ver con la música o no. Sin embargo, mi abuela materna [Natalia] me llevaba al Teatro Colón a escuchar ópera y por el otro lado, a mi abuelo paterno le encantaba escuchar jazz; era fanático de la música, nunca había aprendido a tocar el piano, pero le fascinaba.

Si bien no había ningún músico en la familia, había amor por la música.

Respecto a tu camino y tus líneas de investigación, ¿tú las tenías claras de inicio o es en la medida que vas avanzando en la carrera y con las circunstancias, que vas optando por ellas?

No, fue un poco de todo. O sea, cuando yo estaba estudiando no tenía claro que me interesaba. Cuando hago el curso hay una materia que la daba Silvina -el profesor titular era Omar Corrado – se llamaba Música latinoamericana y argentina, y me empecé a fascinar por la historia de la música argentina, de la que conocía poco y nada.

También había una materia de Psicología auditiva, en donde la profesora, Silvia Malbrán, me había dado la posibilidad increíble de hacer una adscripción a su materia y ayudar en algo vinculado a la investigación, pero me di cuenta de que esa vía no era para mí. Pero fue bueno explorar porque encontré que me gustaba más la historia. La historia de la música latinoamericana y argentina.

Silvina ha sido un impulso importantísimo en que todos consiguiéramos becas o trabajos. Ella ha sido increíble en ese sentido y lo sigue siendo

Mi abuela claramente es una parte importante de la historia. Ella me había regalado en un momento unos libretos antiguos de ópera. Y cuando yo estaba cursando la materia de Música antigua con Melanie Plesch, ella no estaba dando la materia Música latinoamericana, pero tenía un grupo de investigación sobre eso y ella se dedica a eso. Entonces, yo me acerqué con este cuadernito y ella me dijo: “bueno, si te interesa te sumo al grupo de investigación”.

Ahí yo me conecté con Silvina Mansilla, quien codirigía el grupo y después se volvió la directora, cuando Melanie se fue a Australia. Y ahí empezó mi interés.

Silvina es una gran formadora de gente; o sea, salía una beca y ella “presentáte a la beca”. Silvina ha sido un impulso importantísimo en que todos consiguiéramos becas o trabajos. Ella ha sido increíble en ese sentido y lo sigue siendo; ella todo el tiempo está creando proyectos y haciendo que la gente se interese, y sabiendo que hay siempre poca plata y que es muy difícil; ella trata de incentivar a todos y ver que beca puede salir, que espacio se puede abrir y eso es muy lindo porque también a partir de los congresos a los que empecé a asistir, vi que había una tradición no tan agradable de gente que en vez de querer ampliar y crear nuevas redes y traer nueva gente, estaba muy metida en “esto es mío” y “yo investigo esto y no quiero que nadie más lo toque”.

Participar de ese primer equipo de investigación fue muy lindo y con mis compañeros de la universidad también éramos un grupo muy unido, que se apoyaba mucho; seguimos en contacto y nos acompañamos. Yo ahora estoy en París y cuando alguno viene o por ahí encuentro cosas que les puede servir, les cuento. Tengo una amiga -Romina- que está trabajando sobre música y mujeres, haciendo la tesis y tenía datos de algunas compositoras que pasaron por París y entonces era como: “Mirá, encontré este dato, ¿Te fijas?”. Entonces, yo iba a la biblioteca, lo encontraba y era toda una emoción. Es lindo poder sentir que la estoy ayudando y no, diciendo: “Ah, bueno, lo voy a hacer para mí”. O sea, no me sirve para nada. Y eso es así, muy gratificante.

¿Sientes que ha cambiado o no tanto esa realidad de competencia? ¿Qué tan sencillo es ahora el sentir que el éxito de la otra persona no es tu fracaso, sino que te da alegría que todas las personas puedan sentirse realizadas y eso genere un ambiente de trabajo más agradable, en general?

Sí, creo que cambió; cambió también un poco por el paradigma de la época. ¿No? Pero quería terminar de responderte la pregunta anterior porque no decía si mi interés estaba claro. Bueno, yo empecé con lo de la ópera por estos libretos que tenía y después apareció una beca para la Biblioteca Nacional y Silvina me dijo: “mirá, encontré esta revista que se llama Música de América. ¿La podemos estudiar si te interesa?”. O sea, en realidad el tema me lo dio ella.

El tema me encantó, pero el tema realmente me lo dio ella y Silvina podría haber escrito algo ella misma. No tenía por qué decir “Bueno, trabajá esto”. ¿No? Bueno, su generosidad es realmente increíble y a partir de ahí es que yo empecé con todo el tema del americanismo; pero todo empezó con Silvina diciendo, “mirá esta revista que está en la Biblioteca Nacional ¿querés ver qué se puede hacer?”

Y sí, yo creo que hoy en día hay -como siempre- gente que es menos generosa o que hay celos profesionales, sigue pasando. Pero también hay redes muy lindas, y, por ejemplo, este congreso que organicé, la verdad que fue hermoso porque me permitió encontrarme con un montón de colegas que conozco de congresos y de eventos, y también gente nueva que no conozco, con la que se tejen nuevas redes. ¿No? Y eso está lindo de esto eventos.

Indigenous Musical Heritage and Latin American Art Music, libro de autoría de Vera Wolkowicz. Se espera pronto contar con la versión en español de la obra.

Cuando viajaste a Inglaterra para continuar tus estudios, tomó otros matices el hablar de migración, ¿qué tanta conexión sentías entre tu historia personal con las historias que estabas investigando? Porque al final también es hablar desde fuera de Argentina sobre un espacio que tiene un discurso de ser “la Europa en América”, pero a nivel económico o de condiciones de vida, tiene un panorama complicado.

Sí, yo creo que el estar estudiando acá me hizo entender un montón de esas cosas. Es complicado, porque uno estudia historia y se supone que no necesita vivirla para entenderla, pero hay algo de la experiencia que realmente aporta algo más a la investigación.

Y entonces, confrontarse uno con miradas distintas acá y viniendo uno con una mirada distinta también, porque Argentina es muy particular; nos sentimos muy europeos. Y entonces, venir a Europa y ver que te miran distinto o incluso mi experiencia en Ecuador o en Perú fue también muy interesante; como de golpe, ver como uno se relaciona con otras personas y con otras visiones.

También me pasó que -como lo que le pasa a los músicos que vienen acá- me sentí más latinoamericana porque mis amigos, mis redes son: brasileños, chilenos -ecuatorianos, no tanto porque no me he cruzado con tantos por acá- pero sobre todo hay muchos chilenos en Inglaterra y Francia. Pero sí, es muy fácil conectar con los latinoamericanos, porque hay algo que nos une -aunque tenemos distintas historias- y no es solo el idioma, son los modos de ser, hay algo que es distinto a como son los franceses y eso está bueno también.

Esa confrontación con un modo de ver, de cómo te ven, también es interesante. Porque uno se ve a sí mismo de una manera y también el otro te ve a su manera. Entonces, es entender ese proceso. También, a veces, siento que hay un poco de diferencia cultural que hace un poco de imposible el diálogo. ¿No? Que a veces hay un prejuicio del otro, de que te ven así; sobre todo trabajando música académica.

En Inglaterra me pasaba mucho que me trataban de etnomusicóloga y en Argentina, si yo digo que soy una etnomusicóloga me tiran con una piedra porque los etnomusicólogos son ellos y yo soy musicóloga histórica.

Entonces, también es eso, ¿cómo me posiciono yo en un lado y en otro?

En Inglaterra me pasaba mucho que me trataban de etnomusicóloga y en Argentina, si yo digo que soy una etnomusicóloga me tiran con una piedra porque los etnomusicólogos son ellos y yo soy musicóloga histórica.

¡Qué loco! Al final hay un cambio generacional y con eso también hay un discurso de apertura respecto a los límites entre disciplinas, pero todavía hay muchos lugares desde donde se trata de defender esos límites para validar las trayectorias y producciones. Lo que nos cuentas es justo eso, no ser “musicóloga” en Inglaterra pero tampoco ser “etnomusicóloga” en Argentina.

Si bien hay un discurso -hoy en día- desde la musicología, de que todos somos musicólogos o etnomusicólogos, como lo quieras llamar, los límites siguen estando. Entonces, también hay una contradicción entre lo que dicen y lo que hacen.

Articulando eso con la experiencia del congreso. Tuvimos cuatro idiomas, varios husos horarios, diferentes disciplinas y miradas generacionales; yo siento que al final algo que aprendimos las personas que estuvimos ahí es que nuestras problemáticas son parecidas. Más allá de las distancias temporales o territoriales, tú escuchabas las reflexiones de la otra persona y podías reconocerte con “eso a mí también me pasa” y sentirnos mucho más cercanos de lo que en apariencia estamos. Esa voluntad de estar, acompañar, intercambiar y escuchar con mucho respeto. ¿Cómo ha sido organizar el congreso -no tanto en el sentido administrativo/operativo que igual estuvo supercuidado- sino más bien desde su planteamiento?

Me gusta la idea de que los eventos puedan ser gratuitos pero eso también tiene que ver con venir de la realidad Latinoamericana. De saber que cuesta tanto todo, que uno igual la plata la necesita y es fácil decirlo, pero yo tengo la suerte de tener los recursos por esta beca que tengo. Sino, no sería lo mismo.

Sí. Mirá, por un lado, hay una cuestión de que hace diez años que voy a congresos de todo tipo. Y algo que me doy cuenta es que odio a los congresos grandes de mucha gente, donde -en realidad- la gente solo va a a completar el currículum. ¿No? Va solo a hablar a su presentación y no va al resto del congreso y hay quinientas sesiones paralelas, pero no hay discusión; después la gente va a tomar café con los amigos y no le importa nada. Además, tenés que pagar un montón por participar.

Entonces, por una parte, me gusta la idea de que los eventos puedan ser gratuitos pero eso también tiene que ver con venir de la realidad Latinoamericana. De saber que cuesta tanto todo, que uno igual la plata la necesita y es fácil decirlo, pero yo tengo la suerte de tener los recursos por esta beca que tengo. Sino, no sería lo mismo.

Pero, por ejemplo, antes de la beca, organicé con una amiga un congreso virtual en donde ella tenía pagado el Zoom a través de su universidad, con lo cual teníamos la plataforma para hacerlo pero era gratuito para los participantes y asistentes y nos preocupamos para compilar los husos horarios -algo que es complicado porque para una persona es las tres de la mañana, para otra son las cinco de la mañana y otra está a las tres de la tarde.

Eso es complicado, y en esta conferencia de París, como era también presencial, las sesiones de la mañana para los latinoamericanos era más difícil, pero también tenía que priorizar a los que presentaban. Entonces, bueno, sé que no existe el congreso perfecto, pero digamos que traté de armarlo de una manera en donde los que venían en persona pudieran presentar más en la mañana porque iban a estar acá y los que estaban desde lejos pudieran presentar virtualmente en un horario que -salvo excepciones que no pude acomodar- no fuera como muy inconveniente.

Es verdad que este era un programa grande y ecléctico, pero el tener una sesión única, donde estamos todos, donde debatimos, hace que a veces surjan -como vos decís- interrogantes parecidos desde distintas áreas. Una misma pregunta, vista desde un antropólogo, no es la misma que vista desde la historia o desde la sociología y entonces, se pueden complementar con herramientas de otras disciplinas, está bueno eso también.

La verdad que estoy muy contenta. Siempre igual me quedo con las culpas de las cosas que salieron mal o que siento que salieron mal. Pero, bueno, supongo que es parte dé.

Sabemos que eres muy trabajadora y estás vinculada con muchos lugares y espacios, algo que también te ayuda, ¿no? Cuéntanos, ¿qué proyectos se vienen?

Sí, yo creo que esto de crear redes y colaborar con gente de distintos espacios me parece que es muy lindo. Y sobre todo con espacios menos visibles.

De nuevo, como vengo de Latinoamérica, sé lo que es que nuestro trabajo si no está en inglés no circula; no circula en ciertos ámbitos -porque circula en Latinoamérica- pero afuera… Por ejemplo, me pasó y voy a dar un ejemplo muy concreto.

Cuando estaba en Cambridge, K. Goldschmitt armó un curso sobre “música popular latinoamericana”. En el programa tenía un texto sobre tango y era el texto menos representativo del tango; no le hacía justicia a la historia del tango de ninguna manera. Y entonces me preguntó -y agradezco también su generosidad porque me pidió que le dieran un feedback- y entonces le pasé dos textos en inglés que agregó al programa. Y eso también está bueno, porque yo entiendo que los alumnos no puedan leer en español, pero también es una manera de decir: “Bueno, ¿por qué no tratamos de abrir la discusión a textos que no sean del mundo anglo?”. En ese momento no tuve tiempo para traducir cosas que estén en otros idiomas para que los alumnos también puedan ver que se hacen producciones pero es algo para tener en cuenta.

Y de nuevo, esta cosa de devolver para mí a la UBA, porque la Universidad de Buenos Aires es gratuita y no tuve que poner ni un peso para estudiar ahí, y además tuve los mejores profesores del país. Y si bien Cambridge me dio un título superreconocido que le agradezco mucho, me lo gané y lo pagué. ¿No? Y la Universidad de Buenos Aires me dio todo sin exigir nada a cambio.

Entonces, es eso también, yo siento que tengo que devolver algo de lo que me dio la universidad pública.

Al inicio del congreso nos presentaste una página web ¿en qué no más estás trabajando?

Bueno, esa es una parte que todavía está un poco más complicada. Vine con este proyecto de estudiar a los músicos -originalmente a los compositores- pero después lo extendí a los músicos latinoamericanos que vinieron a estudiar a París entre 1880 y 1930. Y estoy en proceso de ver qué puedo decir de esas experiencias porque fui visualizando un montón de intérpretes que no conocía, de los que no se sabe nada, pero que en su momento tuvieron éxito o que no; como te conté en el caso de Isabel Rosales Pareja pianista ecuatoriana que deja su carrera después de casarse a pesar de ser muy talentosa.

Entonces, son historias interesantes y que tengo que ver cómo las cuento o qué hago con ese material. Mi plan a futuro -que me encantaría, pero vamos a ver cómo sigo- es justamente ver a todos los latinoamericanos que estuvieron en los centros europeos como en Alemania, en Italia y hacer una cosa mucho más grande y comparativa.

Y también observar cómo esa experiencia después se refleja en cómo se construyeron los conservatorios en Latinoamérica y cómo se construyó la educación musical en Latinoamérica. Esa es la idea, pero bueno, de a poco.

Algo que nosotras tenemos como premisa dentro del proyecto es que no importa en el punto del camino o el trayecto de lo que estés haciendo, siempre tienes algo para compartir. En tu caso, me gustaría que nos puedas dar algunas recomendaciones para las personas que están empezando o que les llama la atención la investigación musicológica o la investigación vinculada con la música desde una perspectiva un poco más crítica. A partir de tu experiencia, ¿por dónde empezar?

Es difícil, voy a ser muy franca. Son carreras difíciles de sostener porque conseguir dinero y más como está el mundo hoy, es muy difícil.

Así que, bueno, si realmente sienten que es lo que quieren hacer, me parece que está bueno que lo hagan.

También uno puede tener un trabajo paralelo que le dé dinero e investigar porque a veces es complementar un poco la vida. Pero creo que es ver qué les despierta curiosidad. A mí me gusta investigar la música académica latinoamericana, pero no es la música que escucho todos los días. Y por ahí, a veces, me resulta aburrida o me encanta porque es lo que estudio, pero no necesariamente es mi pasión cotidiana.

Entonces, explorar porque a veces la curiosidad pasa por otros lados y hay gente que por ahí le gusta una música y quiere estudiar esa música u otras veces también uno se le va el gusto por esa música cuando la estudia porque se vuelve parte de una rutina.

No sé si tengo mucho consejo. Creo que por ahí es acercarse a gente que hace estas cosas y preguntar, pero partir desde la curiosidad más que nada.

Mi plan a futuro -que me encantaría, pero vamos a ver cómo sigo- es justamente ver a todos los latinoamericanos que estuvieron en los centros europeos como en Alemania, en Italia y hacer una cosa mucho más grande y comparativa.

Y también observar cómo esa experiencia después se refleja en cómo se construyeron los conservatorios en Latinoamérica.

Enlaces de interés

Introduction: Indigenous Musical Heritage and Latin American Art Music.
https://academic.oup.com/book/41871/chapter/354686987?login=false

Instituto de Artes del Espectáculo. Perfil y proyectos.
http://iae.institutos.filo.uba.ar/integrante/wolkowicz-vera

Perfil y publicaciones.
https://ehess.academia.edu/VeraWolkowicz

Agradecemos el apoyo del Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación (IFCI) de Ecuador porque gracias a los Fondos Concursables de la línea de fomento de movilidad internacional, esta entrevista pudo desarrollarse presencialmente.

Amplifica este mensaje y se parte del cambio en la escena musical