Ser madre es irreversible
| 13 de mayo de 2023
Los seres humanos nos localizamos en un yo, que generalmente sentimos que habita detrás de nuestros ojos o en nuestro cerebro, para hacer sentido del mundo. Todes nos aferramos a este yo que no tiene forma ni sustancia, pero sentimos que es la roca central sobre la cual edificamos nuestras vidas.
La construcción del yo es necesaria para que podamos operar en el mundo –aunque este sea una mera construcción insustancial– es lo que nos permite actuar con cierta coherencia y diferenciarnos del mundo que nos rodea. Y mi caso no fue distinto, construí toda una vida sobre este yo y al momento de convertirme en madre algo que no esperaba sucedió.
De repente sentí como si me subiera en una barca y la marea me llevara cada vez más lejos de la orilla de mí misma. Me encontraba como en medio de un mar oscuro, rodeada de niebla, sintiéndome como una extraña dentro de mi propia vida. La maternidad partió a pedazos ese yo.
Luego de dar a luz a mi hijo, sentí como si se hubiera abierto una herida que mostró muchos aspectos de mi sombra que habían estado ocultos. No sabía por dónde empezar, ni cómo lograr reconstruirme. Luego de tremendo huracán, no sabía hacia dónde ir y aunque hasta ahora describo a la maternidad como algo horrible, déjenme llegar a la parte sublime de todo esto.
Del dolor más profundo nace la verdad más profunda. Así mismo, de mi dolor, de mi fragmentación, como por las grietas, empezó a brotar milagrosamente nueva vida.
La maternidad me dio el regalo de la destrucción. Como Kali –la diosa de la muerte– vino con toda su potencia a destruir todo lo que conocía, a limpiar el terreno con fuerza bruta y dejarlo listo para que nazca algo nuevo. Como dicen “cuando nace el hijo nace la madre” y así fue. Nació una madre que pudo mirarse a sí misma en el espejo del hijo, y ver sus miedos y precariedades.
No tuve más remedio que trabajar con lo que veía, transformarme para no verme tragada por la oscuridad y poder asumir esta nueva vida en la que siempre estará un pequeño ser, que depende de mí para sobrevivir. Creo que por eso nació también una madre que recordaba anhelos escondidos en la memoria, llena de melodías que cantar, con oídos para escuchar con mayor profundidad y con ojos llenos de asombro para mirar este nuevo mundo.
La maternidad está llena de contradicciones, de desesperación y de momentos en que sientes que el corazón te va a explotar de tanto amor. Toda esa emoción que se desbordaba de la madre y del hijo, para mí, se convirtió en tierra fértil de creación.
En este estado alterado de conciencia, en medio de todo el caos, llegaron a mí algunas melodías en mis sueños. Esas melodías se convirtieron en canciones y esas canciones en un disco. Y así dí a luz otro hijo, dos años después, un hijo musical que es mi álbum “Eres Canción”.
Esta música me acompañó, y creo que también, ayudó a reconstruirme. Cantarle a mi hijo, me hizo reconectar con mi voz de una manera que no esperaba. Sólo quería cantarle, cantarnos. Y creo que este disco es eso, un canto a él, a mí, y también a lo que significa convertirse en madre.
El lanzar este disco me dio también la oportunidad de hablar acerca de la maternidad, un tema que generalmente se vive puertas adentro y que no es lo suficientemente «interesante» para hablar seriamente acerca de él. Pero a mí me interesaba, era todo en lo que pensaba. Es un tema que ahora me define como mujer, como artista.
Este disco está aquí, en el mundo digital, y para mí fue un rito de paso hacia la maternidad.
Quisiera que el disco sea un motivo para hablar acerca de la maternidad, de la matrescencia, de todo lo que trae esta transformación en las mujeres, y que –en general– no tenemos mucho apoyo emocional ni psicológico para poder transitarla. Quisiera que podamos hablar no sólo de cómo está el bebé, quisiera que hablemos más de la madre, cómo está, está bien? Quisiera que nos pregunten más a las madres si estamos bien.
Ser madre es irreversible y también toda la transformación. Siento que ya puedo navegar con mayor habilidad estas aguas pero creo que sigo buscándome, buscando ese yo que se quebró al convertirme en madre. Pero inevitablemente tiene que quebrarse ese yo para abrirle espacio al otro, al que llega.
Quisiera que nunca me deje esta capacidad de abrir espacio a lo que llega. Y eso de encontrarme, la verdad, no sé si quiero llegar a hacerlo. Más dulce es la búsqueda que el destino, tal vez.
Si deseas escuchar mi álbum completo, puedes hacerlo aquí: