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Mercedes Faustina Proaño Baroja, nombre con el cual fue bautizada, nació en la bella ciudad de Santa Ana de Cotacachi, Provincia de Imbabura, el 21 de agosto de 1927. En el seno de un hogar distinguido, de cuyos progenitores recibió esmerada educación. Sus padres fueron los señores Luis Abelardo Proaño y Lucila Baroja.

A la edad de 13 años ingresó al postulantado de la comunidad franciscana. Continuó en el noviciado, los votos temporales; etapas en las cuales afianzó su vocación, hasta culminar con los desposorios divinos y en votos perpetuos consagró su vida. Obediente al carisma señalado por la Venerable Sierva de Dios: María Francisca de las Llagas, adorar a Jesús Eucaristía, reparar por las ofensas que recibe en el Sacramento del amor, servir a la niñez y a la juventud llevando la buena nueva en las misiones. En sus votos perpetuos recibió el nombre de Guillermina de Jesús.

Ingresó al Conservatorio Nacional de Música de Quito, estudió las carreras de piano y órgano, además de las asignaturas teórico científicas correspondientes. Fueron sus maestros los distinguidos músicos Inés Jijón, Aliz Fernández Salvador de Raza, Padre Jaime Manuel Mola, Luis Humberto Salgado, entre otros.
Culminó sus estudios en el Instituto Interamericano de música Sacra, siendo la primera graduada de bachiller en Música. El Padre Jaime Manuel Mola (director y fundador del plantel que después tomaría el nombre de Instituto Jaime Mola) designó a Sor Guillermina Proaño para el desempeño de las funciones de secretaria y profesora.

La Madre Guillermina asumió la dirección del plantel, desempeñándose además como organista de la Catedral Metropolitana, profesora, directora de coros, tanto en el Instituto como en las comunidades religiosas, donde tuvo destacada actuación en acontecimientos memorables como el Congreso Eucarístico, Quito 1974 y otros eventos importantes.

En el ámbito de la composición musical es autora de numerosas y bellas obras, himnos para instituciones, canciones, una de ellas dedicada a la venerable Fundadora María Francisca de las Llagas. Un hermoso pasillo Madre de su autoría, obtuvo el primer premio en un concurso organizado por el ilustre municipio de Quito (1997).

Estuvo siempre atenta a las realizaciones del progreso institucional, sin escatimar luchas y sacrificios para obtener los objetivos propuestos, uno de ellos conseguir que el plantel tenga casa propia. El 12 de diciembre del año 2000 se llevó a cabo el reconocimiento del Ministerio de Educación, luego de terminada la construcción del local con una estructura moderna y adecuada para este fin.

Madre Guillita, así como la llamamos cariñosamente, respetable religiosa, eficiente profesional, fiel imitadora de las virtudes de Jesús que todo lo hizo bien, amiga sincera, gratitud por sus sabias enseñanzas, su ejemplo, sus obras y el carisma de su singular bondad.

Sus hermanas, familiares, amigos y tantas personas que la conocimos la recordaremos con gran cariño y gratitud por su testimonio de vida, tenemos muchos motivos para dar gracias a Dios por su vida que fue un gran don para el Instituto. La recordaremos siempre por su arte de enseñarnos a cantar, por su vida de humildad, bondad, alegría, generosidad, sinceridad, transparencia, la admiramos siempre por su obediencia, respeto, por su vida sacrificada, fraterna, sincera y muy discreta, entregándose día a día en su servicio silencioso de formar los coros en los conventos y monasterios, colegios y en sí la sociedad.

La Madre Guillita entregó su alma al creador el día 24 de agosto del 2019, después de padecer con su enfermedad, en la casa de Salud Reina de la Paz. A los 92 años y 3 días.

Entre sus obras, se destacan las canciones: Pensil cotacacheño, Cuicocha soberana de los lagos, Cumbre solitaria y Madre.