“El no ya lo tenés, busca el si” Daniela Mercado y su viaje con Oli
| 27 de mayo de 2024
A propósito de mayo, Rossi Godoy Estévez conversó con la artista Daniela Mercado sobre su experiencia como madre y música. El título de este artículo se inspira en una frase del padre de Dani que le marcó el camino.
Dani, muchas gracias por tu tiempo y por la oportunidad de realizar esta entrevista. Me gustaría arrancar pidiéndote que te presentes, ¿Quién es Daniela Mercado? ¿Cómo llegaste la música y cuál es tu relación con ella?
Bueno, mi nombre es Daniela Mercado, soy pianista y compositora.
Nací en La Rioja, que es una provincia del noroeste de Argentina, pero hace casi 30 años, vivo en Córdoba, que es una provincia mediterránea, bien en el centro de Argentina. Vivo en un pueblo muy pequeño, con un paisaje serrano, río y mucha naturaleza.
Y lo de la música, siempre digo que siento que no fue una elección, sino que -desde que tengo memoria- sé que quiero hacer esto. Creo que no podría haber hecho otra cosa. Y bueno, soy privilegiada y afortunada de haber podido desarrollarme, estudiar y hacer de esto un medio de vida. Esa es un poco mi historia.
Dani, ya en la relación con tu familia, cuando dijiste “siento que es la música, es el camino que quiero elegir” ¿Qué tan sencillo fue en tu casa? ¿Vienes de una familia de músicos o cómo fue que también desde pequeña vas vinculándote con este espacio?
No, en realidad fue muy resistido el que yo fuera música. No tengo un background de familia de músicos, no sé de dónde viene este amor así. Y bueno, sobre todo del lado de mi madre y mi hermano mayor, estaba mucho la historia de que “vas a morir de hambre”, “estudiá otra cosa”, “hacé la música como hobby”, “que no, que no”, creo que en cierta forma eso también me dio fuerzas como para imponerme un poco o hacer oídos sordos.
Sin embargo, por más de que estaba esa historia de que no, también debo reconocer que mis padres siempre me pagaron clases de instrumento, me compraron el piano, o sea, tuve un hogar en el que también pude estudiar. Tampoco es que no me dejaron o me abandonaron. Ahora están contentos de que me haya podido desarrollar.
En el presente, como arreglista, compositora e intérprete de piano, ¿Cómo sientes que ha cambiado la visión de tu familia respecto a la música? Y respecto a tu hija Olivia, ¿Hay algún tipo de comentario similar sobre el “deber ser” para ella o su futuro?
Sí, en la familia sienten como ese orgullo, ¿no? De que mamá siempre me dice “sos una luchadora”, ¿qué sé yo? Pero, a la vez, tampoco consumen mucho -por decirlo de alguna forma- lo que yo hago, como lo mío es música instrumental, tampoco siento que se interioricen mucho con eso. Pero bueno, siempre están con buena onda y ese orgullo, esa alegría por lo que voy haciendo.
Y con Oli -que es mi hija de 11 años- es loco porque yo, por un lado, soy “sí, mandate”, o sea, “hacé todo lo que quieras”, “vas a poder elegir lo que vos quieras ser”, pero bueno, también uno tiene ese miedo, uno no quiere que los hijos sufran.
En definitiva, es eso y cuesta soltar porque van a tener que sufrir, como todos sufrimos. No una cosa así, descarnada, de sufrimiento continuo, pero la vida -vos viste- te van pasando cosas lindas y cosas feas, y eso también es lo que te va haciendo crecer como persona. Así que, siempre apoyándole y tratando de no pasar las cargas o los mandatos que uno trae arraigados por años de cultura, de las idiosincrasias de donde se ha criado.
Con la maternidad, mis tiempos eran más acotados porque tenía que dedicarme a ella y tenía que trabajar también y bueno, fue decir “los tiempos que yo tengo para hacer lo mío -para estudiar, para crear, lo que sea- voy a hacer lo que salga, ya está. Esto es lo que soy ahora y esto es lo que voy a tratar de volcar.”
Y hablando de la maternidad, cuando decidiste ser madre, ¿Qué transformaciones trajo a tu vida? ¿Cómo viviste ese proceso de cambio?
Hasta los 34 años, junto con mi pareja, estábamos convencidos de que no íbamos a tener hijos porque no lo sentíamos, como que no había forma o no era algo que buscáramos. Y a los 34 años fue como decir “¿y si lo hacemos?”, y bueno, ahí decidimos probar y yo digo que Olivia nos estaba esperando porque a las tres semanas ya estaba embarazada. Fue todo muy rápido, muy lindo el embarazo, el nacimiento también pudo ser como yo quería, como yo lo necesitaba y bueno, para mí, Oli trajo una liberación de muchas cosas, una sanación, incluso en la música.
Siempre en la música está el tema de lo competitivo, ¿no? Eso de llegar a algún lado para que pase algo y en esa autoexigencia como que nunca estás o también el buscar el beneplácito o la aceptación de lo que hacés en cierto entorno. Con la maternidad, mis tiempos eran más acotados porque tenía que dedicarme a ella y tenía que trabajar también y bueno, fue decir “los tiempos que yo tengo para hacer lo mío -para estudiar, para crear, lo que sea- voy a hacer lo que salga, ya está. Esto es lo que soy ahora y esto es lo que voy a tratar de volcar.”
También fue sorpresivo por el tema de que yo no venía componiendo, no era algo que yo estudié tampoco. Mi formación es más en la música popular y fue muy desordenada, pero empecé a sentir la necesidad real de componer, no algo forzado o decir “bueno, voy a componer algo”, sino realmente necesidad de ir volcando. Para mi sorpresa, ahora la composición es una parte reimportante de mi vida.
¿Cómo crees que a nivel musical te fuiste transformando en el mundo de la composición? ¿Sientes que esta liberación de poder ser tú se vio reflejado en ritmos específicos, en formatos específicos? O ¿Cómo iba llegando esa necesidad de expresarse?
Hace cerca de 20 años que empecé a indagar en lo que es el tango, una música popular que tenemos acá en Argentina, que es mundialmente muy conocida.
Bueno, yo me enamoré del género, fue como decir “acá es donde yo siento que me puedo expresar, siento que me puedo divertir”, fue como una atracción muy grande que sigue totalmente intacta.
Entonces, mis primeras búsquedas, mis primeras cosas estuvieron directamente relacionadas con el tango. Después -hace algunos años- empecé a hacer una serie de composiciones que les puse “Relatos cinematográficos” que son músicas que yo hice porque siempre está latente la idea de que me encantaría trabajar con audiovisuales, me gustaría poner la música al servicio de otras artes.
Y bueno, como eso no estaba pasando, entonces dije “bueno, lo voy a hacer porque yo tengo ganas” y me hice una lista de películas que me gustaban y las empecé a componer. Componer temas inspirados en lo que podría generar esa película; no son bandas sonoras, son puntos de partida. Como eran películas muy distintas entre sí, fueron surgiendo tangos, pero también cosas más cercanas al jazz o más parecidas a música de película o ritmos folclóricos de Argentina, un poco siempre entre variados y no únicamente tango. Sin embargo, siento que lo que son los giros melódicos, lo armónico, todo eso sigue teniendo un saborcito a tango, porque bueno, es lo que vengo mamando hace muchos años también.
¿Cómo combinas la vida para que no sea elegir entre la maternidad y la música, sino que convivan esos pilares en tu vida? ¿Cómo ha sido ese caminar y cómo ves ahora tu vida?
Bueno, yo creo que es fundamental tener a alguien que te sostenga. En mi caso, yo tengo a mi pareja -Jorge- con el que hace 25 años que estamos juntos. Él es incondicional, es una persona que me apoya, alienta y ayuda un montón, en todo.
Yo me quedé pensando también el otro día en que -en mi caso- es mi pareja, pero no solo es él y es importante tener gente que te contenga, como la tribu, como se vivía antes. Ahora, las mujeres por ahí tenemos que maternar muy solas, yo tengo a mis padres lejos y los padres de mi marido fallecieron, entonces también es como ir buscando un círculo ¿no?
En nuestro caso, otras madres, otras mujeres o bueno, la escuela donde va Oli es muy comunitaria, entonces también uno va a poder apoyarse en otros lados y no sentir que tenés que hacer todo sola porque es imposible. También, siento que al haber sido madre “tarde”, o sea con 35 años, también uno ya está más tranquila, más en calma con las expectativas, no solo respecto a la música; entonces, también ya tengo otras prioridades y me voy acomodando, voy haciendo lo que puedo, siempre tratando de incluir a mi familia.
Entonces no me voy a ir cinco meses de gira, por ejemplo, porque no querría separarme 5 meses; por ahí lo haría si fuera un súper trabajo que nos brinda económicamente, no lo sé, tal vez un esfuerzo. Pero tratar de hacer cosas más a corto plazo, más medianas y donde, en lo posible, me puedan acompañar.
Y bueno, ir -como siempre- sopesando y a medida que va creciendo, Oli también te va dejando otros espacios. No es lo mismo cuando tenía un año que era la teta todo el día o ahora que ya no me necesita tanto, entonces se va por ahí equilibrando un poco la balanza.
Daniela Mercado, junto a su compañero Jorge Stevenot. Cortesía, archivo Daniela Mercado.
Siento que al haber sido madre “tarde”, o sea con 35 años, también uno ya está más tranquila, más en calma con las expectativas, no solo respecto a la música; entonces, también ya tengo otras prioridades y me voy acomodando, voy haciendo lo que puedo.
En todo el camino Oli ha estado muy presente, por ejemplo en tus portadas. Cuéntanos un poco eso, ¿cómo ha sido ser música, pero ser a la par la mamá que recibe asesoría, respaldo y reflexiones de su hija?
Sí, bueno, ella siempre quiere estar muy presente. De hecho, en un EP y en dos cosas que tengo publicadas, ella es la imagen de la tapa. Siempre lo ha hecho con gusto, incluso en mi primer disco toca la batería de un tema porque ella lo quiso tocar.
Ella se sentía que quería ser parte de lo que estaba pasando y bueno, siempre nos acompaña, siempre tratamos de compartir los tres. Cuando toco por ahí, ella ayuda a vender las entradas o hacer cartelitos o antes, cuando vendíamos discos, ella armaba el puestito y vendía. Y también es muy crítica en cuanto “te vestiste así”, “te pusiste esto”, “hablaste así”, “esto estuvo bien” -desde un lado constructivo, no criticón- siempre está muy involucrada y me comenta acertadamente cuando toco un tema nuevo o también, yo le pregunto.
Por lo general, sus opiniones son muy valiosas y acertadas. Así que sí, está muy involucrada en todo, por suerte.
Considerando que Oli ha fomentado desde su gestación el deseo de decir cosas a través de la música ¿has creado canciones para ella?
Bueno, una de las primeras cosas que compuse, que terminé y que al día de hoy me gusta todavía es un vals que hice cuando estaba embarazada de ella, que le puse “Canción para que Olivia haga lo que le dé la real gana”. Esa canción es este deseo de que ella pueda hacer lo que quiera, desarrollarse y quererse, es un deseo a largo plazo.
Después, han ido surgiendo otras canciones, por ejemplo, la milonga donde ella tocó en el primer disco -“Mi casa es un sonajero”- surge en un momento cuando era chiquita y por ahí entraba el viento por las ventanas haciendo sonar todos sus juguetes, todos los sonajeros, las maraquitas o sus cosas.
Siempre está presente. Me animé el año pasado a empezar a hacer algunas canciones, unos tangos particularmente con letra y bueno, tengo ahí varias letras a la espera de la música que son para ella y son deseos de cómo me gustaría que ella pueda recorrer esta vida o buenos recuerdos, pero sí, ella inherentemente está en todo.
Como mamá, ¿Qué mundo te gustaría dejarle a Oli? ¿Cómo te gustaría que sea el mundo para ella?
Pasa que yo creo que ahora, más allá de uno particular, todos los niños y jóvenes tiene una salida muy complicada, ¿no? Con el tema también de todos los dispositivos, las redes sociales que todavía no sabemos cómo manejarlas nosotros los adultos, menos ellos que se están formando con eso. Entonces, yo lo que le deseo es un poco como estamos tratando de vivir, con mucho contacto con la naturaleza, con las cosas más primordiales -con un buen alimento, con este disfrutar una salida del sol- como no perder de vista lo esencial, me gustaría eso.
Y bueno, creo que en estos momentos así tan complicados, por ahí la salida es el pinta tu propia aldea. Que desde nuestro lugar, ella pueda hacer un lugar agradable, ¿no? Donde haya valores de comunidad, donde haya empatía, donde podamos sostener y no competir con el que está al lado, que encuentre gente con la que se sienta acompañada y sienta que puede construir o apoyarse en esa gente. Eso sería, más allá de un éxito profesional, porque me parece que eso es paralelo, porque primero está esto; y bueno, que se respete mucho.
Yo creo que eso es muy fundamental -como mujer, sobre todo- que nos respetemos, es al final, la mitad de todo.
Daniela Mercado, junto a su compañero Jorge Stevenot. Cortesía, archivo Daniela Mercado.
Dani, también voy a pedirte que nos regales algunas palabras para las mujeres que están iniciando en la maternidad y que son músicas y que tal vez se preguntan ¿cómo lo voy a hacer? Que se sienten en medio de tanta incertidumbre o con muchas presiones respecto a cómo debes ser como música o como madre.
Yo creo que lo fundamental es -dentro de lo posible- escucharse a uno mismo; o sea, lo que uno realmente tiene ganas de hacer. Por ahí, está bueno que mis padres estén más cerca pero, por otro lado, está bueno que no estén tan cerca también porque hemos podido hacer otras cosas; por ejemplo, elegir tener a Oli en mi casa, una cosa que cuando mis padres se enteraron, fue “¿estás reloca?”.
¿Y un poco eso, no? Como que elegir lo que uno siente que tiene que hacer. Ya sea querer darle la teta o si no querés darle la teta, si quiere hacer algo o no; como tratar de ser honesta con lo que uno hace, porque esa es la forma que después me parece no te cueste tanto el tener que ceder, porque si yo hago algo pensando “no, no voy a hacer esto con mi hija porque esto es así” pero, no lo siento, después pueden venir las recriminaciones “Yo por vos dejé de hacer esto o aquello”.
En realidad, uno tiene que tratar de elegir lo que uno siente y estar en paz con eso. Saber siempre que por tu hijo haces lo que querés y porque vos lo querés, nadie te mandó -digamos- a hacer o dejar de hacer algo.
Luego, tratar de ser honesta y organizada, eso de la organización es fundamental. Con mi marido los primeros meses o años de Oli era “bueno, tenemos 4 horas, 2 horas para cada uno o tenemos una hora, media hora y media hora”. o sea, como para decir “bueno, esa media hora se dormía si se tenía que dormir o me bañaba o tocaba” pero estaba bueno esa claridad.
Y bueno, insisto en el tema de que lo ideal es tener gente que te acompañe porque solo es muy difícil y cansador. No se si ayudo mucho, pero por ahí va.
Yo vivo como muy ciclotímica. Entonces por ahí, dos meses estoy escuchando los Beatles, pero super entregada a los Beatles y después, el tango me encanta, pero por ahí pasa mucho tiempo que no lo oigo porque siento que ya estoy haciendo y que cuando escucho música necesito otra cosa.
Tango escucho mucho, las orquestas, los pianistas de tango, me encanta Horacio Salgán, Nicolás Ledesma, Diego Schissi; estos dos últimos, gente también con la que tuve la dicha de poder estudiar, entonces como que hay una conexión grande ahí desde lo sonoro.
En los últimos meses de embarazo lo único que podía tocar era Bach, como que se ve que necesitaba esa calma, esa claridad que tiene esa música. Mientras que, cuando era estudiante, escuchaba mucho folclore y bailaba mucho folclore, porque sabía que necesitaba más para afuera; y ahora, escucho de todo porque también Oli me hace escuchar Dua Lipa, me hace escuchar todas esas cosas nuevas, que está buenísimo porque es música de muy buena calidad, más allá de que el género no sea mi preferido.
Y después, trato de acompañar, de seguir también lo que van haciendo los compañeros -digamos contemporáneos- que por suerte se está produciendo mucha música y yo trato de estar atenta y de poder seguir escuchando, viendo que está pasando; pero soy una gran nostálgica entonces también por ahí escucho un montón los Beatles, varias orquestas de tango o voy variando según el ánimo.
Tienes una banda sonora bien ecléctica, Dani. Muchas gracias por esa generosidad del tiempo. En verdad, que gusto tenerte un ratito con nosotras.